El cambio de gobierno en Colombia está generando una transformación en las políticas de comercio internacional del país, tal como se ha evidenciado con la reapertura del comercio binacional con Venezuela, que se había interrumpido por el deterioro de la política y diplomacia de los dos países, otrora importantes socios comerciales.
La frontera entre Colombia y Venezuela es una de las fronteras más importantes de Suramérica, los antecedentes comerciales muestran que, en el 2006, el intercambio comercial entre Colombia y Venezuela sumaba casi US$2.000 millones, según cifras oficiales. En 2008 se llegó a los US$6.100 millones, pero cayó fuertemente y en la actualidad hasta los USD 300 millones.
Los productos que más destacaron entre enero y junio de este año fueron los plásticos en formas primarias con US$24,7 millones y un crecimiento de 81%, la confitería de azúcar con US$8,6 millones y un aumento de 194,1%, las manufacturas de hierro o acero con US$7,19 millones y un incremento de 240,4%, aceites y grasas con US$5,87 millones y un alza de 248%, así como los fertilizantes con US$3,55 millones y una subida de 473%, siendo esta última la más alta entre los productos de exportación más destacados.
Cambios en el mercado venezolano.
El modelo productivo de Venezuela sufrió una fuerte ruptura y retroceso que transformo la economía del país, limitando la capacidad y el poder adquisitivo de los consumidores.
El deterioro del mercado causó un auge de productos que se empezaron a producir durante la crisis, en respuesta a una economía de la subsistencia, generando cierta capacidad de exportar productos diferentes a los de hidrocarburos y energéticos que eran su mayor oferta exportable hacia Colombia unos años atrás.
Esta es una oportunidad para Colombia de encontrar un mercado cercano que le provea US$4.000 millones en productos que importa de otros países que podrían venir de Venezuela productos químicos, de metalmecánica, alimentos y medicinas, activando las cadenas de valor y facilitando los procesos logísticos por la cercanía de los dos países.
Diversificar la economía venezolana siempre fue como un mito y ahora tiene la oportunidad de vender algo que no sea petróleo.
Aunque aún la balanza comercial entre Colombia y Venezuela es desigual se estima que la relación está en un 90-10, por 200 productos que exporta Colombia, Venezuela exporta apenas 20.
Pese a esta desigualdad en los productos de exportación, Venezuela necesita el estímulo, sobre todo por un problema de producción interna que le obliga a pagar por los productos importados precios demasiado altos, y tener acceso nuevamente al mercado colombiano puede mejorar la situación de desabastecimiento e inflación que han impactado negativamente a su población y economía.
Hay un gran potencial en el mercado venezolano para los bienes no mineros y servicios colombianos. De acuerdo con los lineamientos de Cancillería y el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, estamos en una fase de restablecimiento del marco jurídico y luego vendrá una etapa de reactivación comercial que generará a los empresarios nacionales oportunidades de negocios en sectores prioritarios y compradores potenciales.
Pero según lo expertos en comercio exterior; para llegar a los números de 2008 en exportaciones, la economía venezolana tendría que estar en una situación mucho mejor, la demanda interna tendría que ser mayor, situación que necesita que la economía venezolana crezca de forma sostenida.
“El mercado de Venezuela siempre ha sido muy importante para la economía colombiana porque es nuestro comprador natural de manufactura. Colombia, exporta a otros países como Estados Unidos, Europa, fundamentalmente materias primas de la minería, el petróleo, del sector extractivo, pero el mercado de productos manufacturados, por ejemplo, es Venezuela. Por esa razón es tan importante y está despertando entusiasmo entre los empresarios”, agregó la presidente de ProColombia.
La reapertura del comercio internacional con Venezuela representa retos para el sector logístico de ambos países; del lado colombiano recuperar el mercado perdido debe partir de la confianza entre empresarios, y del lado venezolano recuperar la actividad comercial, la infraestructura y la capacidad productiva rezagada por los problemas políticos y las sanciones impuestas a su economía.
Se debe apuntar a que la reactivación del comercio internacional genere beneficios económicos para ambos países, en momentos en los que se necesitan de aliados y cadenas de valor para mejorar la logística y la cadena de suministro regional.
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